Las Cresta de gallo son ricas en ácido hialurónico que disminuye el dolor en personas con molestias articulares. Las crestas de gallo, se utilizan en la cocina tradicional de algunos países europeos y en la alta gastronomía. En España era un plato típico de Cuenca. Hoy se puede encontrar en algunos restaurantes como plato especial a precios elevados.
Las crestas de gallo al contener ácido hialurónico, que consumido de forma regular, además de favorecer la eliminación de arrugas en la piel, es beneficioso para preservar la salud de las articulaciones.
El director del área de Salud humana de Bioibérica, Daniel Martínez, asegura que se han realizado tres estudios clínicos que concluyen que la suplementación diaria con extracto de cresta de gallo "mejora la función mecánica y muscular de la articulación" y que disminuye el dolor en personas con molestias articulares. Por lo tanto es aconsejable incluir en la dieta este producto, tradicional y de alta gastronomía, ya que muy pocos alimentos contienen este elemento. Hoy en día hay muchos lácteos enriquecidos con crestas de gallo.
A finales del S.XVIII vivió un francés llamado Baltasar de la Reyniere, quien fundó una asociación para el buen comer. Tenía un exótico platillo que saboreaba con gran deleite "Crestas de gallo al vapor"
Os indico una forma sencilla y rica de cocinar unas crestas de gallo:
Aunque podemos cocinar un kilo de crestas de gallo, ya que se conservan muy bien, calculamos unas 6 crestas por persona. Por lo tanto para unas 20 crestas (tres personas) más o menos, vamos a necesitar:
1 Cebolla, 1 diente de ajo, 4 cucharadas de tomate frito, y vaso de vino blanco, 1 par de hojas de laurel, Orégano, una cucharada de harina, 1 vaso del agua de cocer las crestas, 1 guindilla, sal, y si queremos darle un toque especial, podemos echar unas almendras picadas.
Escaldar las crestas en agua hirviendo y quitadle la telilla que recubre la cresta hasta que queden bien blanquitas.
Poner agua en una olla, y añadir, sal, las hojas de laurel y el orégano.Cuando el agua hierva añadir las crestas. Cerrar la olla y cuando comience a dar vueltas la válvula mantener una hora.
En otra cazuela, poner un poco de aceite, picar la cebolla en trocitos pequeños, añadir un diente de ajo en varios trozos, y cuando la cebolla esté dorada añadir las crestas bien escurridas. Dar una vuelta y añadir el tomate, la guindilla, sal y el vino blanco, dejar que hierva un poco a fuego lento, y añadir el vaso que hemos apartado de cocer las crestas. Dejar cocer a fuego lento unos 10 minutos, y en los últimos cinco minutos, echar una cucharadita de harina, (dependiendo de cómo queramos dejar de espesa la salsa).
Servir siempre bien calientes, acompañadas de un buen vino, en este caso un rioja no le vendría mal, y buen pan.
Salud y buen provecho. Si alguien quiere degustarlas...... ya sabe.